-Carlos, me gustaría que escribieses algo en mi blog. No eres un artista al uso, eres un tío que sin dedicarte a esto, le pones mucho sentimiento a lo que haces.

 
Que me diga una cosa así una persona como Adrián, me mueve algo por dentro. ¿Estaré haciendo algo bien? Para mí, Adrián representa lo mejor que me he encontrado en esta aventura que comencé no hace mucho. Representa, a una generación de jóvenes luchadores que antepusieron su sueño a toda lógica. Un sueño que han tenido que pelear todos los días desde que eligieron cual iba a ser su camino. Lo mejor de todo, es que él, no es el único. Podría nombrar a Guillermo, a Marc, a Jorge y a muchos más que con sus “veinti pocos” años son auténticos profesionales en lo suyo. Para eso, hace falta mucha constancia y sobre todo mucha seriedad. Una seriedad, que se supone que la juventud ha perdido y si estos jóvenes son de este mundillo, más todavía. Pues señores, tengo que decirles que ya les gustaría a muchos, ser la mitad de formales de lo que son estos chavales.

 
Muchas veces me he preguntado -¿Qué hacen estos señores músicos conmigo?-. Cuando grabé mi único disco “Momentos de mi vida”, en alguna de las entrevistas, al hacer la típica pregunta -¿Qué esperas de este disco?-alucinaban un poco con la respuesta que les daba,-¡tocar por lo menos una vez en directo con una buena banda!-. Jamás me hubiera imaginado que iba a tener una banda como la que tengo y jamás me hubiera imaginado que iba a haber tanto respeto mutuo por ambas partes. Por eso, cuando me dicen, -Carlos, ¿Por qué no sales más a tocar? Haces pocos bolos-. Tengo muy clara mi respuesta. Cuando alguien me ofrece tocar en algún sitio, lo primero que digo es, -¡quiero tantos euros por músico!- creedme, ninguna barbaridad, y los supuestos contratantes no entienden eso, ¿cómo puede este tío pedir dinero por darse a conocer? Aquí entra lo del respeto por el músico. Han tocado conmigo muchas veces gratis, demasiadas. Siempre con una sonrisa y con una comprensión, que a mí, a veces, me emociona. Entiendo que soy un desconocido y tengo que tragar, pero, “mis músicos” (porque los siento míos) se merecen un reconocimiento. Tal reconocimiento, en el circuito local, se mide por porcentajes de taquilla o por lo que beban tus amigos, y yo por ahí no paso. Un promotor que organiza un evento, arriesga. Un bar, que según la gente que lleves, te dan un porcentaje de beneficios, no. Por otro lado, yo por mis obligaciones, tengo todas las noches ocupadas. Si un día salgo a tocar, tengo que pasar esas obligaciones a otras personas, pagadas o simplemente, por favor. Si mi canguro es pagada y en el bar en el que he tocado hacen el esfuerzo de, en vez de pagarme, no cobrarme las cervezas que me he tomado mientras cantaba (que sí que me han cobrado las de antes de empezar la actuación) me sale la noche a, menos la canguro. Cervezas tengo en casa y salir a cantar por cantar, tampoco me apetece, la verdad. Ojalá se hiciesen los conciertos de las 11:30 a la 13:00 del mediodía que me ahorraría la canguro. Todos los días haría uno.

 
Mención aparte merecen las canciones del artista. En mi caso, estas canciones son vivencias personales que muchas veces no es fácil interpretarlas delante del público. En una ocasión, en medio de una de las más emotivas que tengo, en una mesa, a unos metros, unas parejas comían unos huevos rotos con jamón, totalmente ajenos a lo que yo estaba haciendo. Me di cuenta de que ese no era mi sitio, me di cuenta de que la música en directo, sale tan barata, que en cualquier bocatería, ponen a cantar a alguien. Podría haber elegido hacer canciones sobre la playa y el calor o de como comerse unos huevos rotos, pero no, mis canciones son como son y hablan de lo que hablan, y si ellos están en todo su derecho de comerse unos huevos rotos sin que nadie los moleste, yo estoy en el mío, de no ir a cualquier sitio a expresar mis sentimientos.

 
Un día tuve algo que decir, lo escribí y lo hice canciones. Fue una especie de toque de atención a las personas de mi entorno, que yo sabía que se preocupaban por mí. Quería decirles, que estaba jodido pero que lo superaría, que terminaba una etapa, pero que comenzaba otra nueva y que les agradecía todo lo que habían hecho por mí. No sé si habrá más discos, no sé si algún día volveré a tener algo que decir. Si no es así, mejor estamos callados.

Carlos Sobreviela Llanas.

https://www.youtube.com/user/carlossobreviela/videos

 

Dibujo